Quiero ser Mamá!!


El deseo de ser madre, ella quiere y él no.

Un deseo que no es compartido puede herir de muerte al amor más profundo. Porque no estamos hablando de un deseo "menor". Se trata, ni más ni menos, del deseo de ser mamá. Marcela (34) y Enrique (40) comenzaron una relación con pasión y proyectos de familia. Se casaron hace seis años y no tuvieron hijos, en parte por la necesidad de ella de crecer en su profesión; pero en el otro rincón está su marido, a quien dejó de interesarle la idea de tener hijos. Marcela siente sonar cada vez con más fuerza el reloj biológico, y entró en una crisis. "Él no quiere saber nada de chicos, me dice que así estamos bien, que un hijo nos quitaría libertad -relata con angustia-. Yo quiero ser mamá, lo habíamos planeado, es cierto que pasaron algunos años, pero este el momento". Marcela está en una encrucijada: ¿resigna su deseo de maternidad? ¿Se separa? ¿Si siguen, se resentirá la pareja? Según la doctora Ana María Muchnik, psiquiatra, miembro de la Asociación Psiquíatrica Argentina, de la Asociación Psicoanalítica, y docente de la UBA, "el proyecto de hijo en una pareja va surgiendo entre los dos; puede ocurrir que desde el inicio de la relación el hecho de transformarse en familia no haya sido punto de intercambio. Esto puede provocar una crisis". Y agrega: "Las frustraciones en una relación son difíciles de tramitar, y el no cumplimiento de proyectos puede traer serios emergentes sintómaticos, que si la pareja no está fortalecida, es posible que entre en una tensión que llegue a romper el lazo". Hay mucha discusión sobre la existencia del instinto maternal; pero nadie jamás habla de si hay un "instinto paternal". ¿Todos deben tener como aspiración última convertirse en madre o padre? "Es antropológico, está en la esencia misma del ser humano, y cuando el deseo de tener un hijo no se manifiesta es por efecto de alguna inhibición -polemiza la psicoanalista Graciela Faiman, miembro de la Asociación Internacional de Psicoanálisis de Familia y de la Asociación Psicoanalítica-. Son muchas las razones por las que una pareja busca un embarazo, pero sondeando profundamente, hay un motivo muy poderoso: tener un hijo es la única forma de trascender después de la muerte". "La vida contemporánea nos muestra una realidad dolorosa que nos interroga: ¿por qué en los países del Primer Mundo la tasa de natalidad es negativa"?, se pregunta el doctor Andrés Rascovsky, psiquiatra, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina-. Es un interrogante también válido para nuestra sociedad, ya que el deseo de descendencia es aquello que biológicamente es prioridad en las especies". Sigmund Freud señaló en El malestar en la cultura' que la sexualidad se asemeja al cabello o a los dientes: son una función en grados crecientes de atrofia". Silvia y Roberto se conocieron hace cuatro años por internet; ella tenía 38 y el 42; como no eran niños, aquello que deseaban debían plantearlo sin tapujos. "En las primeras salidas le dije que quería tener un hijo, él me miró y no me contestó ni sí, ni no. Era lógico, no sabíamos en qué iba a terminar lo que estábamos empezando", se sincera Silvia. Tras unos meses de relación, la pareja empezó a convivir; el primer año estuvo marcado por el descubrimiento mutuo. Pero un día ella empezó a sacar el tema -que estaba latente, por lo menos en Silvia- y las cosas fueron cambiando. "Roberto me decía que no quería tener hijos, ni conmigo ni con nadie, y que no me lo había dicho antes para no hacerme sentir mal; logró que me sintiera mucho peor, porque él especuló con que mi idea iba a desaparecer". Silvia demoró en tomar la decisión porque sentía muchas cosas por su pareja; pero "comprendí que un deseo tan fuerte no puede ni debe resignarse", concluye. "La mujer tiene un ideal que para muchos autores es biológico, que la conduce a que su realización personal culmine con la maternidad -confía Rascovsky-. Las exigencias de la paternidad en el siglo XXI, en cambio, son totalmente distintas a años atrás. Los requerimientos culturales, los ideales contemporáneos de éxito, la riqueza y el escaso tiempo que el individuo tiene para sí mismo, dificulta al extremo el anhelo de la familia extendida, así como el de la pareja para toda la vida'". "Puede ocurrir que el varón tenga la fantasía de que convertirse en padre es algo aterrador. O que asocie la paternidad con la vejez, con la pérdida de libertad. Las razones pueden ser muchas, pero el futuro de una pareja en la que la mujer quiere un hijo y el hombre no, es bastante negro -advierte la licenciada Faiman-. Cuando una relación no evoluciona, es muy probable que llegue a su fin". Publicado en el Clarin

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